Lo que iba a ser un pequeño paseo se convirtió en una larga vuelta. La noche se acercaba mientras yo escuchaba a Sabina en canciones sobre amores, putas (perdón por el taco) y demás fauna ibérica. 19 día y 500 noches, para más señas. Las formas comenzaron a convertirse en siluetas y la luz de la minúscula luna no alcanzaba a iluminar más que una pequeña vela en el horizonte. Ay, madre, pensé. Ahora es cuando ... Y es que soy una caguetilla. Aceleré el paso, me agarré a los bolsillos de mi pantalón y miré el camino de frente. La última vez que me pasa esto. La última. Tengo que aprender a calcular los recorridos. Los pequeños sonidos de la noche son distintos a los del día, como la tabla sobre la que caminas, que cuanto más alta está, más vértigo te da. Siendo siempre tu equilibrio el mismo, y el mismo el grosor de la tabla.
Llegué completamente de noche y con el pulso acelerado pero feliz. No hay nada como superar los miedos. Te da una estupenda sensación de superación.
Un beso a las personas que caminan sin reloj. mjo
2 comentarios:
Esa sensación cuando atísbas a ver la luz que te resguardará de la oscuridad es única. Es como llegar a la meta. Un alivio antológico. Muxus
Eso mismo. Un alivio antológico. Fantástica definición.
Un beso de ayer te vi pero estaba con una chica del rincón y tú seguías un niño muy guapo. mjo
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