Al chico sonriente del baúl le voy a regalar el libro que tiene en la portada unas rodajas de limón colgadas (con pinzas) al sol. Y a la chica que dice que no tiene imaginación, el libro amarillo que no vale nada si no lo utilizas tú. Y los voy a envolver en un papel tan antiguo que me parece estar entrando en la tienda de Makatxa, a pedir una cacerola y un trozo de cuerda.
Casi cada mañana, la elegante señora que en su día pasó 20 años regentando el espacio que ahora ocupo yo, pasa y me da los buenos días. Después hace un gesto de aprobación y se va diciendo: Qué alegría que lo tengas tan bonito todo. A veces me cuenta que hay una época del año en la que entra el sol por la ventana. Y yo sonrío esperando que llegue ese día. Me gusta el lugar donde trabajo. Y eso, creo yo, es todo un privilegio.
Un beso de lunes puro y duro. mjo
Nota: Si adivinas el título de los libros te regalo otro a ti.
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