martes, 26 de enero de 2016

Adiós con la manito


Yo, que me encariñaba hasta con la caja del champú por sus ángulos perfectos y ese color azulado, yo que no tiraba papel alguno porque creí ver en ellos siempre algo de importancia vital. Yo, que siempre guarde por amor objetos de lo más banales. Ahora, libre de ataduras y complejos infantiles, digo adiós con la manito (lo dice la mujer del Ricardo Darín en la película El hijo de la novia, en una escena que me encanta en la cocina de la casa de ella, cuando él va a platicar y le dice cosas sobre la vida y ella le suelta que si agarra el libro de Freud el índice le describe y bla bla bla) sí, digo adiós con la manito a todo con el mismo cariño con el que los trato mientras están bajo mi cuidado. Libros, ropa, bolsos, ... aligero carga y preocupaciones (que bastante tengo con las ocupaciones) y no pasa nada. Nada de mi ser se empobrece ni se hace más pequeño. Me gusta haber aprendido esta nueva lección (aplicable también, por supuesto, a personas y plantas.) Libres. Somos libres y debemos dejar libres. (Me duele horrores la cabeza, se nota, ¿no?) 

Solo hay una cosa, un viaje, que me costó lágrimas despedir, pero fueron rápidas, secado una vez su surco, sólo queda seguir. Habrá más, seguro. 

Un beso de jengribre. mjo

Nota: ¿No viste la peli? Nooo, por favoooor, no me digas esoooo, es muy liiiiinndaaaa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Linda, habrá más seguro, y ¿qién si sabe si aún este...?
¿Beso de jengibre? mmmm ¡qué rico!
Un abrazo
Fátima