miércoles, 6 de noviembre de 2019

MIércoles


El agua huele a tierra y la tierra ya no huele a nada. Será de tanta lluvia. La normal, imagino. Por el mes, por el clima y por el planeta. Mis plantas buscan refugio. Las de fuera se agolpan junto a la ventana buscando paz y las de dentro se arriman a los cristales queriendo luz. Poca. Muy poca. Lo justo para una fotosíntesis normalita.

En la mesa, rodeada de papeles, alguien recorta nubes de colores para manos inquietas. Hoy toca. Qué bien. Inventarán un otoño lluvioso lleno de arco iris y flamencos de sabores. Las gotas no les tocan. Ni el frío ni el calor. Me esconderé entre sus voces parlanchinas, y permaneceré atenta a sus necesidades como si fueran las mías también. Azul, rojo, pegamento, ahora una tijera, más papel, un lápiz, claro. Y soñaré que creen y que se acuerdan de mí. Porque yo sé, estoy segura, de que nunca se me van a olvidar. Ni mis niñas, ni mis plantas.

Un beso de rotulador verde. mjo

Nota: Ese alguien que recorta, soy yo. Cuando no escribo, claro.

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