No cabe duda de que la historia de Melita Norwood tiene mucho de increíble. La mujer no aparentaba ser más que una frágil abuela de 87 años cuando, en 1999, su otra identidad quedó al descubierto: se trataba de una de las espías más longevas que los servicios secretos rusos (llamado NKVD primero y KGB después) tuvieron a su servicio —permaneció en activo entre 1937 y 1973— y era la persona responsable de proporcionar a la Unión Soviética todos los secretos relativos al programa atómico británico.
Norwood se convirtió en portada de todos los periódicos, pero a causa de su avanzada edad, y del miedo del servicio de inteligencia británico (MI5) a que emergieran embarazosos detalles sobre su negligencia, al permitir que una afiliada al Partido Comunista hubiera tenido acceso privilegiado a secretos de Estado, no recibió castigo penal alguno.
Un beso de bolso con doble fondo. mjo
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