jueves, 3 de diciembre de 2015

Pierdo, ergo existo


Pierdo cosas. Muchas. Todos los días. Pierdo amigos, enemigas (también amigas). Pierdo recuerdos. Pierdo, irremediablemente, cada día, un trocito de memoria. Pierdo dinero. Nunca seré rica, mis bolsillos están llenos de agujeros. Pierdo llaves, la cartera, la paciencia. Pierdo lotería, analíticas, recuerdos. Pierdo los dibujos, la noción del tiempo, la inocencia. Pierdo tanto que temo perder el sueño intentando recordar dónde y cuándo perdí esto o aquello. Eso no. No quiero. Espero, de tanto perder, no llegar a perder la esperanza de no perder nada más que aquello que no importa que se pierda. Algunas cosas perdidas se enmiendan con dinero, otras con disculpas, otras con alguna buena explicación. Y al resto, hay que darlas por perdidas sin más razón, lo tengo claro y siempre que puedo lo digo, que la de que no quieren ser encontradas otra vez. Vete tú a saber si para enseñarme alguna lección que no acabo de aprender o para simplemente (aunque cruelmente también) volverme un poco más tarada de lo que ya en parte sé que estoy. 

Un beso de noche en la que perdí (por culpa de mi costumbre de perder) el dulce sueño. mjo

Nota: Cuando leas esto ya será jueves. Nos vemos en el rincón ... si antes, no me pierdo yo.

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