He vuelto a preguntarle a la chica de la frutería qué naranjas sueles comprar cada vez que nos quedamos sin fruta (más o menos, cada dos días) he vuelto a agradecer a la tecnología que las lavadoras existan y no tenga que ir al río a lavar la muda. He impuesto el toque de queda. A las diez todo el mundo a la cama, y diana a las siete de la mañana. Imposible de otra manera. He cenado pescado dos noches seguidas y tal vez haya una tercera. El cartel de servicios mínimos (hasta fin de obra) cuelga de nuevo en nuestra ventana. No hay ropa para planchar en el cesto, pero sí paseo antes de la cena siempre por estricta prescripción facultativa. Él y yo. Aunque proteste un poco. Que siempre lo hace. Pero en el fondo, le encanta. Lo sé. De noche, con las calles desiertas y las bromas más tontas que se me ocurren (y se me ocurren unas cuantas) para que no se de cuenta de que algo nos falta. Imagina.
No es que sea difícil cuando tú no estás. Es que contigo, todo es mucho más fácil.
Un beso de JBL. mjo
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