Aparecieron las estrellas. Y las luces de colores. Y las bolas de brillos. Y bailamos como locas. Y todo, al ritmo de nuestra juventud de entonces.
Su voz nos transportó en el tiempo y nos dejamos llevar por una música feroz de antaño. Sonidos llenos de recuerdos prohibidos de confesar y más prohibidos aun de añorar. Por un momento me sentí tan joven como me lo permitieron mis brazos, mis piernas y mis caderas. Si no estabas allí, no puedes entender lo que pasó. Yo estaba. Y algunas amigas también. Me dio pena por las que faltaron.
La música es terapéutica, es reconstituyente, es maravillosa, y tiene un poder increíble sobre las personas.
No lo dejes. Sigue bailando. Toda la noche.
Un beso a mis compañeras en Fernandisco. mjo
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