Siempre me interrumpe algo cuando me preparo una taza de té. Mi té se enfría poco a poco mientras alboroto con más tareas, con un bebé en un hombro y un trapo de cocina en el otro. Me he resignado a beber, una y otra vez, té abandonado y recalentado. Una vez el bebé duerme, me siento para volver a soplar ese vapor añejo y Eibhlín Dubh entra de puntillas para sumarse a mis ensoñaciones. Nunca estoy sola.
Un fantasma en la garganta. Doireann Ní Ghríofa
¿He escribo ya sobre este libro? No lo recuerdo. Tal vez sí. Tal vez otro fragmento.
Un beso de ojo malherido de nuevo. mjo
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