martes, 4 de noviembre de 2014

Increíble, sí.


Pero tan cierto, como el verde del olivo. Hace dos días cerraba mis ojos al sol y hoy me espanto de frío. He pasado de las chanclas y las camisas abiertas al leotardo y la camiseta remetida. ¡¡¿Pero cómo puedo ser tan friolera, por favor?!! Las amigas me dirán que luego se hace muy largo el invierno si ya sacas la ropa de abrigo. Me da igual. Prefiero hartarme de lana que sentir escalofríos en los riñones. Con frío yo no sé vivir. Y con la edad, claro, la cosa no mejora. Bueno, voy a tomarme una leche de almendras que eso siempre calienta. 

Un beso, otra vez, y nos vemos con el paraguas. mjo

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