No es lo mismo no decir la verdad que callar por no decir la verdad. La primera incita a la mentira, la segunda, recurre a la prudencia y decide no hablar. Porque sí, la sinceridad no es algo de lo que se pueda abusar. No todo el mundo quiere saber la verdad. No todas las personas quieren saber lo que el resto piensa.
A mí, la costumbre de hablar sin pelos en lengua me gusta, pero entiendo (porque me lo ha explicado muchas veces mi compañero de almohada) que no debo caer en la tentación, ya que no suelo encontrar una respuesta igual de verdadera, sino un silencio de tomo nota. Y eso no es justo. Si yo digo lo que pienso, tú dices lo que piensas. A medias, este juego no funciona. Y si tú mientes o no dices la verdad, yo me callo y aquí se acaba la partida. Otro día nos vemos y volvemos a hablar de nada. Que, oye, hablar de nada está muy bien también. Que así el mundo también funciona. Y sin problema.
Un beso de silencio y punto en boca. mjo
Nota: La abuela del mencionado siempre dice que medio mundo habla mal del otro medio. ¿Será verdad?
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