"El día que su
vecina le contó lo que todo el mundo en el pueblo sabía y ella no había llegado
ni a intuir, agarró las maletas, compró un billete de autobús, y se fue lo más
lejos que pudo con el poco dinero que tenía ahorrado. Le alcanzó para llegar
hasta Oporto, una cuidad que a primera vista le pareció ocupada por personas
amables y de costumbres sanas y fáciles de aceptar."
Oporto. m.s.
En los paseos de la mañana hablamos de gallinas y cabras y desbrozadoras y motosierras. En los paseos de la tarde hablamos de Portugal, ese país que me has enseñado a querer por muchas de sus cosas buenas. Imaginamos que nos vamos, y que empezamos de nuevo una vida de otra manera. Es nuestra forma de soñar, a cachos y a bromas.
Un beso al chico que me levanta (con paciencia) por las mañanas. mjo
Nota: Incluso cuando la que se empeña en ir a andar soy yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario